MENOS ES MÁS

Photo by frank mckenna on Unsplash

Photo by frank mckenna on Unsplash

Estamos viviendo en un tiempo desconocido y lleno de incertidumbre debido a la pandemia del COVID-19. Como cristianos, alrededor del mundo, el calendario litúrgico nos indica que estamos en el tiempo de Pascua. Antes de conocer y ser parte de la Iglesia Episcopal, yo no tenía la menor idea de qué era el calendario litúrgico. Quizás tu estés en la misma situación, por eso hablaré un poco de este tema. 

Muchas iglesias cristianas usan el calendario litúrgico, también conocido como año litúrgico, año cristiano o año del Señor, como la base de sus prácticas y ceremonias a lo largo del año. Esto se debe a que el año cristiano se basa en la vida de Jesús y fue la iglesia primitiva quien empezó a ponerlo en práctica.  Este calendario litúrgico se divide en dos temporadas, las cuales marcan la historia de la vida de Jesús: Adviento, Navidad, Epifanía y Cuaresma, Pascua y Tiempo Ordinario. 

El tiempo de Pascua, en el cual nos encontramos actualmente, celebramos la resurrección de Jesús y que gracias a Él tenemos una nueva vida libre de pecado, en el sentido de que por medio de la muerte y resurrección de Jesús hemos sido perdonados de todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros. Además, esta nueva vida es parte del plan de Dios, quien de antemano ha preparado cosas buenas para nosotros y usará nuestras vidas para bien, sin importar las circunstancias en que estemos. A su vez, en esta nueva vida con Jesús somos llamados a morir con Él y resucitar con Él a diario, dejando atrás todo lo que nos aleja de nuestra relación con Dios Padre, Jesús y el Espíritu Santo. Aquí es importante recalcar también que el Espíritu Santo intercede por nosotros en este proceso diario y comunica nuestras oraciones, incluso cuando no sabemos qué decir. 

Ahora bien, otra historia que recordamos durante este tiempo de Pascua son las distintas apariciones que realizó Jesús después de su resurrección. Me he sentido especialmente conectado a estas historias durante esta pandemia que estamos viviendo porque me recuerdan que Jesús siempre busca maneras de llamar nuestra atención y aparece en medio de nuestra cotidianidad. 

Una pregunta que da vueltas por mi mente constantemente es ¿cómo estamos utilizando este tiempo? ¿para qué lo estamos usando? Sobre todo, espiritualmente hablando.  

En las redes sociales hay muchísima información sobre lo que todos deberíamos estar haciendo durante esta cuarentena mundial. Por ejemplo, aprender uno o más idiomas, tomar cursos online, hacer ejercicio, empezar un negocio, etc. Para muchos, mientras más hacen, mejor. Este mismo grupo tiene como objetivo ser lo más productivos posible ya que asocian sus acciones con quienes son. Es decir, solo valen por lo que hacen, no por quienes son.  

Sin embargo, la invitación que nos hace Jesús ahora más que nunca es que menos es más. Esta famosa frase nació en el mundo de la arquitectura, pero se podría decir que las enseñanzas de Jesús fueron su roca angular. Fue el mismo Jesús quien resumió toda la ley en solamente dos mandamientos. Por algo escogió a hombres y mujeres comunes y corrientes para ser sus discípulos. Les dijo a sus seguidores más cercanos que el que quisiera ser el primero debería ser el último y el servidor de todos. En un sin número de ocasiones, luego de realizar grandes milagros, le dijo a la persona que había sido sanada que no hablará de ello y que regresará a su hogar sin contarle a nadie. 

Desde su nacimiento, en un pesebre, hasta su muerte en una cruz, al lado de criminales, Jesús fue el ejemplo máximo de lo que es ser menos, en el sentido de ser rechazado e ir en contra de lo socialmente aceptado en su época. Habló con una mujer samaritana, hizo milagros en el día de reposo, criticó públicamente a los religiosos de su tiempo, cenó en casa de recolectores de impuestos y prostitutas, etc. No hizo más ni busco ser más. Al contrario, usó su tiempo sabiamente. Cada acción estuvo alineada a la voluntad del Padre y cada acción tuvo como raíz el amor. 

¿Cómo podemos nosotros, ahora cristianos digitales, hacer lo mismo?  

“No busque ahora las respuestas: no le pueden ser dadas, porque no podría vivirlas. Y se trata de vivirlo todo. Viva ahora las preguntas. Quizá después, poco a poco, un día lejano, sin advertirlo, se adentrará en la respuesta. 

Cartas a un joven poeta, Rainer Maria Rilke 

Solo en nuestra relación íntima con Dios iremos encontrando las preguntas y quizás, a veces rápido y otras veces muy lentamente, las respuestas.  

Está en nuestras manos decidir cómo utilizar este tiempo, obviamente dentro de nuestros medios, posibilidades y circunstancias. Si acabas de perder tu trabajo quizás sientas que Dios está muy lejos y que tu mundo se está derrumbando. Del mismo modo, si estás enfermo o alguien querido para ti lo está, no es el momento para hacer todo este trabajo emocional y espiritual. Las condiciones tienen que ser las adecuadas para poder sembrar. 

Si tu mundo está colapsando durante esta pandemia, si la ansiedad y la incertidumbre te han abrumado, no es fácil pensar en cómo cumplir la voluntad de Dios y ser más amorosos o cómo usar sabiamente este tiempo. Al menos no lo sería para mí. Han habido días, durante esta pandemia, en que me cuesta orar y leer la Biblia y se me va el día viendo Netflix. Cosa que es totalmente válida, al final somos humanos, no máquinas. Y Dios, más que nadie, lo sabe. 

Por lo mismo, habrá días en los que la energía y el espacio emocional y espiritual estarán allí para reflexionar y actuar sobre como seguimos el ejemplo de Jesús de “menos es más”. Y otros donde no será el momento. Donde “menos” será sobrevivir a ese día. Y eso será suficiente.  

Pero en esos días donde si hay energía y espacio para el trabajo emocional y espiritual, te invito a formular tu propia visión de lo que significa “menos es más”. Quizás sea reorganizar tus finanzas, tus prioridades, tus valores, tus relaciones, tu tiempo o tu trabajo. Quizás finalmente descanses en quien eres para Dios y no te desvivas haciendo más y más para sentirte útil, amado, valorado, etc.  

Antes de comenzar su ministerio público Jesús fue bautizado. Fue allí que el Padre le dijo: “Y se oyó una voz de los cielos que decía: "Este es mi hijo amado en quien me he complacido." (Mateo 3:17). Esas mismas palabras nos dice Dios a nosotros. No vales por lo que haces sino por lo que eres. 

Este tiempo de Pascua y de Pandemia, dos realidades opuestas, una de celebración y otra de caos, recordemos que ambas pueden coexistir. En medio de nuestro sufrimiento colectivo también pueden existir momentos de esperanza, de amor y de fe.  

Justamente, creo yo, son esos momentos en los que Jesús está llamando nuestra atención de vuelta a Él, a lo básico, a “menos es más”. Ahora extrañamos cosas que antes dábamos por sentadas, como salir a tomar un café con nuestros amigos, un abrazo, un beso, una mirada, ir al cine, viajar, entre otras tantas cosas. Y también hemos descubierto que eso que parecía importante, no lo era. Podemos vivir sin comprarnos ropa nueva todas las semanas, sin grandes lujos, sin la última tendencia tecnológica, entre otros. 

Cuando nos enfocamos en hacer en vez de ser, perdemos de vista lo importante. Cuando solamente buscamos respuestas para calmar nuestro dolor o ansiedad, perdemos de vista las preguntas y el camino que ellas nos regalan. Jesús nos está invitando en este tiempo a fijarnos en cómo se muestra en nuestras vidas. Si estamos muy ocupados en el hacer, no lo podremos reconocer. Por eso, necesitamos detenernos y por un momento al día, solo ser.  

Andrés Herrera Gré

Andrés Herrera Gré es chileno pero ha vivido en otros países más tiempo que en su tierra natal. Estudió periodismo en la Universidad Central de Venezuela y luego teología en el Seminario Semisud en Ecuador. En 2015, se encontró con la Iglesia Episcopal en Columbia, Carolina del Sur, durante su formación como capellán hospitalario. Le apasiona escribir y ayudar a las comunidades marginadas, porque forma parte de varias de ellas al ser un hombre trans latino. He/Him.

Previous
Previous

GIVING AWAY THE CHURCH: REFLECTIONS ON FRESH ECCLESIAL EXPRESSIONS

Next
Next

A WORLD MADE STRANGE: THEOLOGY IN A PANDEMIC