EL CAMINO TRINO A NUESTRA MORADA: TERCERA PARTE

Por su parte, cuando la trayectoria hacia afuera se privilegia sobre las demás y se ve desconectada de una relación profunda con Jesucristo a través de la oración (interna y conjunta, individual y corporativa), inevitablemente se agota o se extravía. (15) En ese caso ella también deviene un impulso narcisista — ya sea individual o corporativo — alimentado por la fantasía egoica de que se trata todo de mí/nosotros y de mi/nuestro quehacer, en vez de ser la empresa de Dios.  Por supuesto que nuestra voluntad y nuestra acción humanas puede efectuar buen trabajo en el mundo. Pero la Iglesia no es otra Organización No Gubernamental. Nuestra visión es al Reino. Hay sólo Uno que sustenta profundamente y que mantiene a la Iglesia firme en Su rumbo a través del tiempo y lugar y vicisitud.

De hecho, los peritos en el tema de la evangelización han percibido cuán íntimamente entrelazado está lo exterior con lo interior. Bill J. Leonard, por ejemplo, cita con aprobación la noción “triple” de evangelización de Herbert Miller, que conlleva (y obsérvese el orden):

  1. Ser la Palabra — la influencia de la calidad espiritual y el ejemplo del cristiano.

  2. Hacer la Palabra — la influencia de los actos de amor del cristiano hacia otras personas. 

  3. Decir la Palabra — la influencia de las comunicaciones verbales del cristiano con los que se encuentran fuera de la iglesia. (16)

Esta formulación abarca las dos teologías tradicionales — y frecuentemente dicotomizadas — de la evangelización: la proclamación (“decir la Palabra”) y trabajar en pro de la justicia social (“hacer la Palabra”). Miller añade otra dimensión y le da precedencia: “ser la Palabra”, lo cual se entiende que proviene de la calidad de la vida espiritual del cristiano individual.

Según lo percibo, lo que se ve más frecuentemente excluido u ocluido en las antologías sobre la evangelización es el papel que juega el culto de adoración corporativo (juntos) en formar tanto al individuo como a la Iglesia-como-cuerpo a salir afuera. En la Comunión Anglicana también — donde hace veinte años se enfatizaba y se hacía explícita la profunda relación entre el culto eucarístico y el enviar al pueblo afuera a amar y servir — algunos de nuestros evangelistas principales están planteando preguntas sobre la centralidad de los sacramentos. 

En su hermoso e importante libro The Church Cracked Open, Stephanie Spellers, la Canóniga del Obispo Presidente para la Evangelización, se pregunta si los efectos de la pandemia (o, para ser más exactos, los efectos de la respuesta particular de la Iglesia Episcopal a la pandemia) pudieran revelar la voluntad de Dios de re-formar a la Iglesia de una manera radical que disminuya el énfasis en su vida sacramental.

…La pandemia hacía estragos. Las restricciones temporeras se convirtieron en adaptaciones semi-permanentes…. Habíamos invertido tanto capital financiero, emocional y espiritual en nuestros edificios como sitio de lo sagrado (o por lo menos del encuentro más intenso con lo sagrado) y en los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía como las formas más plenas de recibir el amor y el espíritu de Dios. Habíamos comunicado — con nuestras acciones si no siempre con nuestras palabras — que la mediación del clero es esencial para mantener una conexión sostenida con Dios. ¿Podría Dios guiarnos a través de una re-forma radical, entrenándonos a ver y a celebrar lo sagrado más cerca de casa, y a confiar en que los laicos desarrollen una relación íntima con Dios y entre sí, fuera del control del clero? (17)

Algunos comentaristas en línea han apuntado a las iglesias caseras de la Iglesia primitiva como ejemplos de este tipo de culto “más cerca de casa” — sin notar en el proceso que la evidencia textual y arqueológica más antigua que tenemos sugiere que el Bautismo y la Eucaristía eran centrales en la vida de las primeras comunidades cristianas (ver, e.g., Didache 7, 9; el bautisterio de Dura-Europos), y que estas comunidades eran lideradas por personas escogidas para ejercitar ministerios particulares de liderazgo (e.g., “ancianos” en Hechos 14:23; “presbíteros” en 1 Clemente 44:4-57:1).

Plantear una pregunta, como lo hace Spellers, forma parte natural de cualquier proceso de discernimiento sólido. Y sin embargo no todo cambio en circunstancia terrenal exige un cambio radical en la Iglesia o un cuestionamiento de los fundamentos de la fe. El desarrollo y el cambio son intrínsecos a la vida-en-el-tiempo e implican crecimiento y adaptación. A la misma vez, el desarrollo sano surge de raíces profundas y de continuidad. “Los dos sacramentos mayores que legó Cristo a su Iglesia son el Santo Bautismo y la Santa Eucaristía”. (18) Es mediante el sacramento del Bautismo que la Iglesia se ve forjada: mediante él somos hechos parte del Cuerpo de Cristo. Mediante el sacramento de la Santa Eucaristía el cuerpo no sólo es nutrido: también se mantiene unido y se entrelaza más profundamente en la vida, muerte y resurrección de Jesús. Por supuesto, estos son movimientos en la dimensión invisible, pero no por ello son menos reales que lo que podemos percibir con nuestros sentidos orientados hacia el exterior. Si descuidamos o atenuamos nuestra vida sacramental, en vez de fortalecer los lazos de nuestra vida común en Cristo, los aflojaremos y correremos el riesgo de fragmentarnos aún más.

Spellers no es la única. De hecho, otros han ido más allá que simplemente hacer la pregunta. En el Reino Unido, el Canónigo John McGinley, Facilitador de Desarrollo para el Colegio de Evangelistas de los Arzobispos, presentó recientemente una propuesta llamada Myriad (en griego, diez mil) que busca establecer, para el año 2030, 10,000 iglesias caseras dirigidas predominantemente por laicos en la Iglesia de Inglaterra. En el curso de su presentación, ofreció que:

Las iglesias dirigidas por laicos liberan a la Iglesia de factores limitantes cruciales. Cuando no se necesita un edificio y un estipendio y una formación universitaria larga y costosa para cada líder de una iglesia… entonces podemos, de hecho, liberar a nuevas personas para que dirijan y formen nuevas iglesias. También libera el discipulado de la gente. En la plantación de iglesias no hay pasajeros. (19)

Uno se pregunta cómo se llevaría a cabo la formación de estos líderes laicos para que puedan mantenerse arraigados en la antigua fe de la Iglesia, no caer víctimas de lecturas fundamentalistas de la Biblia, actuar con amor cuando se vean enfrentados por desafíos pastorales y, aún más fundamentalmente, mantenerse en sintonía con los movimientos del Espíritu Santo — y no de ningún otro espíritu. Es de destacar que la declaración del Canónigo McGinley generó una cantidad significativa de oposición, y subsiguientemente se emitieron disculpas y aclaraciones/enmiendas. Sin embargo, desde un punto de vista psicológico no se puede decir que el lenguaje original y su contexto carezcan de significado. La baja en el número de miembros se menciona hoy en día en cada conversación sobre la evangelización y en todas las propuestas de acción radical. El miedo es una fuerza motivadora poderosa. Y el espíritu del miedo no es el Espíritu de Dios.

Así que es con el más profundo respeto y admiración por su deseo de vigorizar nuestra trayectoria hacia afuera que quisiera ofrecer una advertencia a nuestros evangelistas principales: No olviden el poder formativo de la liturgia eucarística — ¡esa coyuntura de contemplación y acción! — en nuestro salir individual y colectivo. De manera fundamental, es a través del habitus del culto eucarístico regular (20) que los seres humanos nos sumergimos cada vez más en el fluir dinámico (21) que proviene de la Fuente — de la propia vida trina de Dios (22) — y desarrollamos un tipo particular de visión (23) con orientación escatológica, lo cual nos lleva a transformarnos cada vez más en la imagen de Cristo y consecuentemente a salir afuera, ofreciéndonos a nosotros mismos por amor de auto-entrega para participar en la transformación del mundo y cumplimiento de la misión de Dios. A su vez, esto atrae a más y más personas a Dios en agradecimiento y alabanza y adoración. (24)  Es un movimiento fluido de adentro → afuera → adentro → afuera → adentro que atrae a todo de regreso a la Fuente a través de Jesús: la coyuntura, el mediador y el eje.

La misión de la Iglesia es restaurar todo a la unidad con Dios en Cristo. Sin darnos cuenta, trabajamos en contra-propósitos con el Espíritu Santo de Dios — y hasta podemos promover nuestra fragmentación y desintegración — cuando disociamos o le restamos énfasis a cualquiera de las hebras de la vida cristiana en nuestra enseñanza y praxis. Los movimientos del Espíritu no devalúan la vida interior con Dios, no relegan el culto sacramental, no descuidan la proclamación del Evangelio o el servicio a un mundo hambriento y necesitado. La formación profunda y la práctica equilibrada de las hebras trinas de la trayectoria a nuestra morada — adentro, juntos, afuera — cooperan con la restauración de la humanidad a la plenitud de vida en Dios. Son la expresión más profunda de la Iglesia del amor correspondido:la entrega de todo nuestro ser — de toda nuestra vida — a Dios. ¿Qué otra respuesta pudiera dar un amante?


15. Le estoy profundamente agradecida a mi obispo difunto, el Reverendísimo M. Thomas Shaw, SSJE, por brindarme esta enseñanza alrededor del año 2005. Mi experiencia vivida la ha confirmado.

16. B.J. Leonard (2008), Evangelism and Contemporary American Life, in The Study of Evangelism: Exploring a Missional Practice of the Church (p. 102), P.W. Chilcote and L.C. Warner, eds. Grand Rapids, Michigan: Eerdmans. Itálicas y traducción mías.

17. Spellers, S. (2021). The Church Cracked Open: Disruption, Decline, and New Hope for Beloved Community (p. 19). Church Publishing Incorporated. Traducción mía.

18. Catecismo, p. 750.

19. Davies, M. (2021, July 2). Synod to discuss target of 10,000 new lay-led churches in the next ten years. Church Times. https://www.churchtimes.co.uk/articles/2021/2-july/news/uk/synod-to-discuss-target-of-10-000-new-lay-led-churches-in-the-next-ten-years. Traducción mía.

20. Ver Smith, J.K.A. (2013). Imagining the Kingdom: How Worship Works. Baker Academic. See also O’Malley, T.P. (2014). Liturgy and the New Evangelization. The Liturgical Press.

21. Meyers, R.A. (2014). Missional Worship, Worshipful Mission: Gathering As God’s People, Going Out in God’s Name. Eerdmans. See also, Smith.

22. Meyers, p. 154.

23. Ver Smith, pp. 124-150. Ver también O’Malley, pp. 48, 78, 83; Meyers, p. 229.

24. Ver Meyers.

Silvia Gosnell

Silvia Gosnell lives in Rome and in Cambridge, Massachusetts, where she works as a clinical psychologist with Spanish- and English-speaking adults. A recovering lawyer and lifelong liturgy student, she is a consecrated widow and a deacon-in-formation in the Episcopal Church.

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